Dicen que para todo hay una primera vez. La verdad es que había estado otras veces en el Congreso de los Diputados pero en salas de reuniones y no en el propio Salón del Pleno. Mi primera vez en lo que es el hemiciclo fue el pasado 19 de abril.
La visita fue como invitado con motivo de la tramitación por Cs-Ciudadanos del Proyecto de Ley para la Derogación de las Tasas Judiciales a PYMES y ONGS, que sobre un texto elaborado y propuesto por la Brigada Tuitera, el grupo político sometió a la toma en consideración del Pleno. Puede obtenerse más información en esta entrada.
Creo que todos deberíamos pasar por allí pues el espectáculo es bastante esclarecedor. Lo primero que llama la atención es que te dan una tarjetita con las normas que debes guardar, cuestión que no me parece mal. Bueno es saber las reglas, otra cosa ya son estas. Vamos al lio.
No se puede aplaudir. Supongo que es para evitar follones, quizás sea entendible, pero claro, si no se puede aplaudir lo suyo es que tampoco aplaudan los que están abajo. Y los que están abajo, aplauden, gritan, y montan bastante bulla a veces. Además, aplaudir yo creo que no es montar ningún follón. Lo suyo es que prohíban eso precisamente, pero el mero acto de aplaudir no creo que le deba ser prohibido a nadie. Es bastante raro estar allí arriba, que todo el hemiciclo aplauda y tú no puedas hacerlo.
Pero quizás, lo más sorprendente es que no se pueden hacer fotos con el móvil. ¿A qué tienen miedo? Pues se lo voy a decir. Tienen miedo a que se documente el lamentable, soez y bochornoso espectáculo que es todo aquello.
Desde donde estábamos sentados, hay que decirlo, lo que veíamos eran fundamentalmente los escaños del grupo popular, aunque sospecho, que si estos actúan así, más o menos, el resto no deben hacerlo de una manera muy distinta. Sospecho que es un poco la norma de la casa.
Allí lo que había sobre todo eran sillas vacías. Aproximadamente unos 30 escaños eran los que estaban ocupados (recuerdo que el PP tiene 119 silloncitos) que además había rotaciones, es decir, que se van turnando, para no dejar aquello desierto. Los diputados se levantan cuando les viene en gana, aparecen por allí con sus vasos de café, refrescos –quiero pensar que ninguno lleva alcohol–, saludando a los otros, echándose unas risas y como si estuvieran en la cafetería de su pueblo se ponen a charlar con el que tienen al lado o detrás, porque si tienen que girarse y ponerse totalmente de espaldas al que está en la tribuna hablando lo hacen –sin ningún reparo–. La mayoría, andan con la cabeza metida en el móvil, o en alguna tablet, algunos escriben en sus portátiles, otros hablan –bastantes– por el teléfono. La sensación es que, y con perdón, se la “trae al pairo” lo que allí se está hablando. Prácticamente ninguno está pendiente.
En un momento de su discurso, la diputada socialista, se lo reprochó expresamente: les dijo que no escuchaban. Se puede leer el en Diario de sesiones. La verdad es que era bastante evidente que así era. El afeamiento, en tono de clara reprimenda, fue exactamente así:
“Es una nueva pieza más en la deconstrucción del Estado de derecho tal y como lo hemos conocido hasta ahora. Con esta ley se ha tapiado la puerta de entrada al reconocimiento de derechos y libertades de la ciudadanía, básicamente de los débiles. Nació con la oposición frontal de todos los sectores —lo ha dicho la proponente que ha subido a la tribuna—, desde el rechazo inicial de todas las fuerzas políticas, pasando por los operadores jurídicos, los sindicatos, la ciudadanía en general y llegando hasta los órganos del Estado, como el Consejo General del Poder Judicial, órganos jurisdiccionales e incluso el propio Partido Popular, que no me escucha, pero llevamos así cuatro años. Ha sido incluso hasta kafkiano; resulta que una ley que tiene cuatro años ha sido modificada en dos ocasiones, por cierto con decretos-leyes. Sobran las palabras pero es entre indignidad legislativa y despropósito”.
¡Qué no me escucha! les dijo. Lo grave no es que no escuche a la diputada, lo grave es que no me está escuchando a mí, ni a usted. No están escuchando al pueblo soberano español, que está, supuestamente, allí representado. La sensación es la de que todo esto es un autentica farsa. Un circo monumental. Y que esta gente no tiene ni vergüenza ni quien se la ponga. Y así nos va.
Ya me habían dicho que en estos años de mayoría absoluta el Partido Popular se había pasado el Congreso por “el arco del triunfo” y que prácticamente ni había debates, ni aquello servía para nada, pero al menos, creía que se guardaban las formas. El pasado día 19 de abril pude comprobar que ni siquiera eso.
Curiosamente, unas horas antes de ponerme con este post, –al que llevo dándole vueltas desde que salí de allí, porque tras salir pensé: no me dejáis hablar, ni gritar, ni siquiera aplaudir, ni hacer fotos, pero por mis narices, que lo voy a contar– UPyD ha sacado una campaña pidiendo que los Diputados devuelvan el sueldo si finalmente se repiten las elecciones.
Miren, no sé si tienen que devolver el sueldo, lo que sí sé, es que aquello es una farsa, un espectáculo bochornoso, vergonzoso, más propio de un patio de colegio que de una cámara representativa de la soberanía popular, y que hay algunas cosas que sí quiero saber y que se deberían corregir:
- Quiero saber cuántas horas pasa cada Diputado pegado a la silla del hemiciclo, cuántas horas pasa dentro del Congreso y cuántas de estas las pasan en actos oficiales o institucionales, como comisiones, ruedas de prensa, etc., en definitiva, quiero saber quién trabaja y quién no, o al menos que hace cada uno de los Diputados que nos representa. Creo que es lo mínimo, que para eso les pagamos el sueldo.
- Y quiero que se puedan hacer fotos, porque quiero ver quiénes atienden y quiénes no, y si están allí de charloteo o tocándose las narices, quiero que quede documentado y que todo el mundo lo pueda ver, en cuyo caso, estoy seguro que algo tan lamentable no pasará.
Ya me supongo que no me van a hacer ni caso, pero ahí queda.
Ah, y por cierto, cambien el sonido, que arriba, cuando menos, se oye muy defectuoso y cuesta entenderles y algunos queremos hacerlo. Algunos, no. Los ciudadanos, porque los que se sientan arriba, son los ciudadanos, que les han puesto ahí abajo. Por si no se han dado cuenta. Desde luego, y a la vista de cómo se comportan. No lo parece.
Y así, para finalizar, y puestos a pedir, no estaría de más, darle a aquello un poco de estilo moderno, que es lujoso, bello, pero un poco carca. Huele demasiado a rancio.
1 comentarios
Son tantas las tropelías perpetradas por el PP en estos 4 años que el comportamiento que se describe sólo es la guinda. ¿Seguramente todos se comportan igual? No creo. Muchos del PSOE Sí. Pero esa conducta que hace gala del desafecto hacia lis ciudadanos que les votan y sostienen es directamente proporcional a la soberbia de quien se sabe impune y del que lleva por lema "porque yo lo valgo". Y eso se da al 100% en el PP y en un porcentaje muy cercano al 100 en PSOE y convergentes.
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