Como sabéis, se ha celebrado el Congreso de la Abogacía Madrileña y el Congreso Nacional de la Abogacía. Acontecimientos relevantes, frente a los que he preferido guardar silencio en redes sociales.
No me parecía adecuado cuestionar o preguntar en relación a ellos, cuando ya no había marcha atrás, los programas estaban cerrados y todo organizado. No era el momento de abrir debates, si bien, algún que otro tweet o retweet, es posible que se me haya escapado. Uno, es humano.
Por otro lado, uno siempre tiende a pensar, que igual es muy raro, y lo que opina, no es compartido por los demás. Con el tiempo, esta sensación se ha venido desvaneciendo. Pronto he podido advertir, que mi opinión es compartida por bastantes compañeros, al menos, en sus líneas generales. Para mi asombro, la vida te da sorpresas, ya que descubrí en las redes sociales, que, David Maeztu (@davidmaeztu), un abogado al que no seguía en Twitter y que tampoco me sigue, el mismo día que se iniciaba el Congreso Nacional de la Abogacía, había publicado un comentario en su blog, que si se descuida, coincide exactamente con el título de éste, y que yo ya tenía en mente. Vamos, que hemos debido sentir lo mismo.