¡Noble es la profesión del abogado!.
La historia ensalza con orgullo á los grandes capitanes, á los hombres afortunados coronados por la victoria, a aquellos principalmente cuyo valor ha salvado al país, á aquellos que han sucumbido defendiendo heróicamente la causa sagrada de la oprimida patria.
Ella tributa la más profunda veneración á los legisladores verdaderamente dignos de este nombre, á aquellos cuya razón elevada ha establecido los primeros fundamentos de las sociedades humanas sancionando la moral, dando garantías á la justicia, fundando útiles instituciones, y asegurando la libertad de los pueblos.
Cerca de ellos coloca á los jurisconsultos que interpretando la obra de los legisladores, han deducido de ellas justas aplicaciones á la práctica; y distingue principalmente a los que por fuerza de su lógica y por la previsión de su genio, han preparado mejoras que el legislador ha debido apropiarse.
¡Honra á los grandes magistrados que con la firmeza de su carácter y la sabiduría de sus fallos han dado fuerza y autorizado las leyes! Sin ellos en efecto serian estas impotentes, porque con razón se ha dicho que si la ley es un magistrado mudo, el magistrado es la ley viva.
Así ha empezado uno de sus tratados el elocuente Mr. Berrier.
Y en verdad ¿qué hay más elevado y noble que la profesión de la abogacía? Ella ha sustituido las luchas tranquilas de la palabra á los combates de la fuerza; ella ha establecido un culto para la justicia, en cuyo templo los magistrados y los jurisconsultos son los sacerdotes; ella se pone siempre de parte del desvalido, protege y defiende á los desgraciados que demandan su ayuda, derrama consuelos hasta la negra mansión del crimen, y con razón se la puede definir como un hombre grande definió a la medicina, diciendo que es la filantropía personificada. El atributo de defender es dulce y consolador.
En los tiempos en los que la abogacía no formaba una corporación separada y distinguida, los encausados y litigantes encomendaban sus defensas á los que creían con más resolución y con más pericia, y el celo y la elocuencia por sí solos suplían al conocimiento del derecho, triunfando no pocas veces de las intrigas y del fraude, en medio de frenéticos aplausos de la multitud.
Pero la civilización dio un paso, la legislación formó una ciencia, y su estudio se hizo el objeto de los afanes de cuantos quisieron consagrarse al bien de la humanidad. Desde entonces cesaron los defensores de la amistad o de instinto, para dar entrada á los patronos de ciencia y de estudio, así como los que curaban con simples y con el solo auxilio de la observación, han dejado su lugar a los facultativos, después que la ciencia ha franqueado sus tesoros y revelado sus arcanos al sabio que la consulta a la vista de la muerte y en su retiro pacifico. La abogacía ha sido una profesión, profesión de honra y lucro, pero también de deberes.
El anterior texto, del que he respetado el escribir de la época, constituye un extracto del libro “Lecciones de elocuencia en general, de elocuencia forense, de elocuencia parlamentaria y de improvisación”, escrito por el compañero Joaquín María López y donado anónimamente en 1852 por otro abogado, Jerónimo Muñoz y López, para fundar la biblioteca del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, respondiendo al llamamiento del entonces Decano, D. Manuel Cortina y Arenzana, para que los colegiados donaran libros que permitieran fundar la biblioteca. El donante, de hecho escribió: “Dada para fundar la Biblioteca en 1852”.
El libro ha pervivido hasta nuestros días en el archivo de la Biblioteca del Colegio, siendo, la parte referente a la actuación ante los Tribunales, recientemente rescatada por la actual Decana Sonia Gumpert y su Junta, con la colaboración del Diputado Bibliotecario José Manuel Pradas Poveda, la Directora de la Biblioteca Charo García Paredes, el Archivero Rogelio Pérez-Bustamante y la editorial “Tirant Lo Blanch”. Todo ello al objeto de regalarlo a los abogados de Madrid, pero también, al Mundo en general, dado que está disponible para su visionado en internet en este enlace.
Es sin duda curioso el deambular del libro hasta recaer en mis manos. Impagables los agradecimientos que habría que dispensar a los compañeros citados anteriormente que lo han hecho posible de una forma más directa, pero también a los que con el mantenimiento del Colegio a lo largo de su historia y en la actualidad han contribuido a ello.
Es una reflexión que, sin duda, merece la pena hacer, más en estos tiempos en los que se oyen algunas voces “anticolegiación”, y que en mi opinión, son voces que solo pretenden y buscan “desunión” entre los abogados. Triste objetivo.
Pero no me quería centrar en dicha cuestión, la verdad es que no era ese el motivo por el que he decido extractar el texto del compañero Joaquín María, sino el magnífico y orgulloso ensalzamiento que realiza de su profesión, la nuestra, la “Del Abogado”.
En este capítulo nos habla de grandeza, honor, nobleza, trascendencia, filantropía, humanidad, solidaridad, pero también, de deberes; “La abogacía ha sido una profesión, profesión de honra y lucro, pero también de deberes”. Y entre ellos alude a la Independencia, la Integridad, y la Defensa de la causa con interés decidido y activo, todo ello previa referencia a la Abogacía como el noble arte de “sustituir las luchas tranquilas de la palabra a los combates de la fuerza”; “culto para la Justicia”; “ella se pone siempre de parte del desvalido, y protege y defiende a los desgraciados que demandan su ayuda”.
Lo anterior lo escribió un compañero en 1849. Un abogado que incluso llego a Jefe del Gobierno, pero que nunca dejó de ser como tú, un abogado. Más de 150 años después, otro compañero abogado, que también ha llegado a formar parte del Gobierno, pero que nunca fue realmente un abogado, pretende ir contra el resultado de la elocuencia aplastante de D. Joaquín, y ha ocasionado que los abogados no podamos proteger ni defender al que demanda nuestra ayuda, menos aún si son desvalidos y desgraciados, y todo porque ha puesto precio a través de una tasa, al acceso a algo tan elemental, trascedente y necesario, como es la Justicia y el Derecho a la Tutela Judicial Efectiva. Esa, a la que ahora le dicen, jocosa y gráficamente, Tutela Judicial “en Efectivo”.
Curiosamente, el compañero D. Joaquín, pone en nuestras manos un arma valiosa y fundamental, la elocuencia, que al margen de la vía legal, pues las tasas son inconstitucionales al menos en su configuración actual, nos permite manifestar, explicar y advertir de este grave problema a la ciudadanía, la gran perjudicada por la imposición de las tasas judiciales. Habiéndose alterado la Ley para la introducción de semejante carga para el acceso a la Justicia, habrá que tirar de mucha elocuencia para hacer valer la inmensa injusticia que supone, y habrá que librar también esa defensa fuera de los Juzgados.
En fin, al igual que D. Joaquín López, somos Abogados, hagamos honor a nuestro oficio y al de nuestros predecesores, que nadie nos altere nuestra noble profesión y los valores que encarna, y sobre todo, cumplamos nuestros deberes: hoy, son los mismos de entonces, “GARANTIZAR EL ACCESO A LA JUSTICIA PARA TODOS”. Hoy, sin duda, y por encima de ideologías, estos PASAN POR TRABAJAR CONTRA LAS TASAS JUDICIALES.
Une#T a la causa, recuerda lo que eres: ABOGADO.
D. Joaquín María López Une#T: Encontrarás información en la página de la Brigada Tuitera, y en las cuentas de Twitter de José Muelas @josemuelas y Verónica del Carpio @veronicadelcarp. Si lo que buscas es información sobre tasas y situación actual de la Justicia, el Blog de Verónica del Carpio es de los más completos, estando también la Revista de la Brigada. |
4 comentarios
Interesante artículo que comparto en redes sociales,
ResponderEliminarEnhorabuena
Sin problemas, para eso están, para compartir. Gracias.
EliminarMagnifico articulo q al leerlo un ciudadano de a pie le llena de esperanza al ver como los abogados luchais contra las #T con las q nos penaliza Gallardon a los ciudadanos.Gracias a tod@s los abogados q lo intentais.
ResponderEliminarGracias. Es un problema de todos. Un lujo que un ciudadano de a pie así lo entienda. Saludos.
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